miércoles, 5 de mayo de 2010

"LA OTRA VIOLENCIA DE GÉNERO"




LA “OTRA” VIOLENCIA DE GÉNERO

En muchas, -demasiadas-, ocasiones podemos leer o escuchar en las noticias algún hecho ocurrido relativo a la dada en llamar “violencia de género”. Pues bien, siempre que a mí llega, a través de algún medio de difusión, un abominable y reprochable de estos aconteceres no puedo dejar de hacerme una serie de preguntas.

Es cierto que si provocar daño físico o incluso llegar a dar muerte a alguien con quién compartes o has compartido algún momento de tu existencia, por breve que haya sido, simplemente por estar en la certeza absoluta de que esa persona te pertenece, es del más merecedor de los desprecios, no lo es menos que hay otro tipo de maltrato, amparado en el mismo error de razonamiento de quién lo comete, y que sin embargo no interesa a los rotativos, ni a las televisiones, ni tan siquiera a las cada vez más proliferativas asociaciones en defensa de los derechos de la mujer, porque si de verdad este maltrato fuese realmente constatado, denunciado, investigado, perseguido y sancionado, no quedaría columna en los periódicos, ni espacio televisivo para otros particulares.

Y es que el daño físico o la misma muerte son tangibles, pueden fotografiarse y permiten colgar sus consecuencias en una pancarta de protesta, pero el daño psicológico, el destrozo moral, el abuso constante de poder o de “masculinidad”, ese carece de rostro, salvo el de no aguanto más que cada día saca a la calle su víctima oculto tras una hora de maquillaje intentando que esas ojeras no se noten, que su tez pálida de “asco” tome vida, o alargando y difuminando su rubor de mejillas hasta el infinito a fin de conseguir una sonrisa artificial.

Me pregunto cuántas máscaras que responden a esa descripción caminan cada día por nuestras calles. Cuántas y cuántas mujeres no salen cada mañana ya cansadas de llevar varias horas despiertas a la realidad, a “su realidad”, a esa vida que escogieron, por voluntad propia o no, pero que al día de hoy les pesa como una losa. Cuántas mujeres no se preguntan a diario, cuando su compañero no se molesta en echarles una mano en las faenas del hogar: siempre toca dormir la siesta al mismo y recoger cocina a la misma, cada día quién prepara desayuno, almuerzo y cena es la misma, mientras él apura unos minutos más de sueño o apura una cerveza ante el televisor. Siempre la colada es para ella, la plancha, hacer las camas…… y hasta retirar los pelos de la ducha tras él salir del baño o cambiar el tubo de cartón del papel higiénico que se queda ahí colgado, aún vacío, per secula seculorum, mientras ella no lo sustituya-, o cuando este les reprocha que otro las mire culpándoles a ellas de ir provocando con su vestimenta, o cuando piensan que les ha ido alejando poco a poco de sus amigas, o incluso cuando se ven obligadas a justificar cualquier movimiento que hacen, (salvo que ese movimiento implique dejarse la piel limpiando mierdas) .….., si eso no es maltrato.

Lo peor de todo es que ellas no tienen en su cuerpo señales de violencia que les permita acudir a un Centro Sanitario para que les asistan y rellenen un parte de lesiones. Ellas no se sienten amparadas legalmente para solicitar ninguna orden de alejamiento. Ellas no se atreven ni tan siquiera a protestar, sólo se limitan de vez en cuando a exponer sus quejas al que inflinge su dolor, pero a la vista de que este se limita a excusar su comportamiento en que tendrán las hormonas alteradas por la venida de la regla o por la pre o ya llegada menopausia, callan y siguen soportando. ¿Para qué decirle que hay días que preferiría no despertar?, ¿Para qué decirle que se nota cansada, agotada, desmoralizada?. Seguramente él, en un alarde más de “amor”, insistirá en que acuda al médico para que descarte cualquier patología grave (que le impida poder seguir ese habitual ritmo de vida al que él se ha acomodado). Al fin y al cabo, ¿qué haría él con el más preciado de sus bienes si a este le empieza a escuchar ruidos extraños en el motor?, pues evidentemente llevarlo de urgencia al mecánico porque aún debe aguantar muchos kilómetros más antes de cambiarlo.

Estas mujeres no viven, sobreviven como pueden. Se aferran a sus hijos, a su trabajo, a las rebajas, a cualquier “vicio” con tal de evadirse a ratos de su suerte, porque ocurre que este tipo de maltratador está oculto a la sociedad que le rodea. Es inteligente y su comportamiento ante los demás no provoca siquiera la más mínima sospecha de ser quién es, o mejor dicho, “lo que es”. Ella se ve impotente, y ni tan siquiera puede contar su situación ya que más de otra maltratada/consentida encima la tacharía de mala esposa o compañera, de vaga, de no querer cumplir con sus obligaciones. Sería ella la criticada, la de conducta reprochable, porque un hombre tan inteligente, amable, simpático, dado a hacer favores sin miramientos……ese hombre no puede ser como ella lo describe.

Hay ocasiones en que la propia víctima, en un intento desesperado de aconsejarse, de darse ánimos para poder continuar, rememora esa escena de Bridget Jones cuando estando detenida por tráfico de drogas escucha los malos tratos que sufren sus compañeras de celda de manos de sus parejas, y entonces entiende que los desprecios que el Sr. Darcy le hace no son tales, que es una exagerada y una egoísta, y que tiene suerte de no ser prostituida ni apaleada por el hombre que ama. (¡Quién no se consuela es porque no quiere!).



Texto: Dolores del C. de Toro García.-
Ilustración: Patricia Simón.-

2 comentarios:

  1. Muchas Gracias, Patricia, por autorizarme a utilizar tu fantástico dibujo para ilustrar mi relato.

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  2. Precioso, como preciosa es es mujer maltratada.
    Animo, a seguir ahi.
    Besos.

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