lunes, 5 de julio de 2010

EL CLIENTE




Mil explicaciones requeridas como espinas de rosas encarnadas.
Mil porqués, mil quiénes, dónde, cuándo,
Y a esas preguntas, mil respuestas a cual más figurada.
No le pertenecía a él hurgar en sus heridas,
porque sanarlas era ya imposible.
No entendería jamás cómo sangraban,
cómo sus lágrimas, aún en torrente, se ocultaban
tras orgasmos fingidos y espasmos de un sexo insusceptible.
¿Por qué yo?, ¿Por qué así?, ¿Por qué de esta manera?.
¿Por qué tanta curiosidad?.
¿Te basta mi presencia complaciente al requerirme?,
¿Te agradan mis servicios y la complicidad?.
Entonces no preguntes, ¡Tómame!.
Tal vez en este ya casi tu cuerpo exclusivo en esta casa,
muchas de esas respuestas que buscas hallarás.
¿Miedo al después o miedo al momento?.
Esa tardanza en decidir se antoja mera excusa.
No es el temido dolor del fin, ni la apatía,
ni saber que esa inicial pasión pagada es flor caduca.
El miedo es incumplir aquél contrato verbal con la Sra.
de poder elegir siempre a la misma,
desahogarse y pagar al irse,
pero jamás enamorarse de esa puta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario