domingo, 18 de enero de 2009

CAMPO DE LA VERDAD


Verdad que sin ti mi Córdoba
no sería lo que es.
Cierto que sin tu existencia
todo dejaría de ser.

Tus vecinos buenos hombres
que al Fraile Albino no olvidan
porque protección les dio,
procurando digna hacienda
a quien sin techo encontró.

Devolvieron el favor
dando cobijo y calor
al que de Cádiz trajeron
y así Silencio y Amor
tiene tu Divino Obrero.

Qué estampa más cordobesa
cabe encontrar en tus calles
cada Domingo de Palmas,
que a tu Virgen costalera,
¡Encarnación jornalera!
mecida por sus hermanas.

Tú miras del otro lado.
Ante la Ciudad te inclinas
pues naciste peregrina
y ha sido noble vasallo.

Digno punto cardinal
que a la llana cerca y ronda y,
cual si vuelo de alondra
señala dónde está el mar.

Para llegar a tus calles,
a tus plazas y a tus gentes
me das mi facilidades,
me ofreces todos tus puentes.

Pero prefiero el romano,
el de la entrada triunfal,
el que me lleva a tu torre,
torre vigía sin par.

Al pasar la Calahorra
gusto la cara volver,
mirar Córdoba de frente,
rezar a San Rafael,
y dar gracias al Triunfo
por poder verte otra vez.

En fin, el gozo procuras
a cualquier hora del día,
llevándome a la Sultana
por vía augusta y romana
que aún con esfigie cristiana
parte de una Judería.

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