sábado, 31 de enero de 2009

A MI CÓRDOBA


Si todo parto es feliz
el tuyo no tuvo igual
porque cuando te parieron
al cielo se oyó gritar:
¡Que ha nacido una princesa tan linda como el coral,
con sonrisa de sirena y mirada de cristal!.
El pelo, puro azabache.
Los ojos, como el carbón.
Tus labios dos amapolas.
Tu voz, la del corazón.
Flor cautivada en el hastío,
sándalo que perfuma sin arder,
nenúfar que imagino, catarata,
noche sin atardecer.
Andando tus callejas me emociono,
escuchando tus silencios creo morir,
besando, soñando, suspirando, tú a mi vera,
cuando despierto, lejos estas de mí.
Aquella que cuando mora fue reina,
que si judía fue señora,
la que en cristiana conversa
y en gitana, "bailaora".
Hoy deseo saltar tus rejas,
escalar, una a una, tus murallas,
beber tu historia serena,
perecer en tus batallas.
Mañana, ¡que Alá disponga!,
que Jhavé vele por tí
y que el Dios de los cristianos
siga predicando aquí.
Águila por las alturas,
golondrina más acá,
gaviota que en su ida
olvida que la partida
ha de hacerse cara al mar.
Mas en tí no rompen olas,
ni se abrazan las mareas,
ni juegan las caracolas.
La sal no sala tu arena.
Y es que tu albero se endulza,
se colorea y engalana
con otra sal, ¡mi morena!:
la de tu gracia serrana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario